Refrito de sábado: arrivederci crédito


Esta entrada la escribí hace poco más de 17 años. En ese tiempo todavía ganaba una cantidad decente de plata y aunque nunca me alcanzaba, la tarjeta de crédito me ayudaba a salir del paso. Pero ya podía olfatear que en el futuro se asomaban las vacas flacas. En la universidad unos amigos me decían «don fatalicio», porque siempre andaba anticipando desgracias y esta vez le apunté justo, porque dos años después me fui a pique -una vez más- y me quedé como dice la canción

Otra vez en la calle
otra vez en la vía
con la garganta seca
la barriga vacía

Pero afortunadamente ya no tenía tarjeta de crédito ni deudas y estaba preparado para vivir en la pitilla por algunos años, como efectivamente ocurrió. Como dice el refrán «no hay mal que dure cien años» así es que finalmente me arreglé, hoy tengo modestísimos ingresos y gracias a mi avaricia me las he arreglado para tener algunos dólares, otro tanto en una libreta de vivienda que me permitirá en un año más postular a un subsidio, otro poquito en Paypal con lo que recibo a veces de mis cursos online y un modesto fondo de caja chica para casos de apuro.

El punto es que si no hubiese cerrado mi tarjeta de crédito, seguramente habría podido vivir haciendo la bicicleta, permanentemente endeudado y en algún momento me habría visto obligado a -Dios me perdone- ¡buscar un trabajo! Difícilmente habría soportado una indignidad como esa. Para que decir tener ahorros, eso tampoco podría haberlo soñado siquiera. De la que me salvé. En fin, vamos al refrito.

Arrivederci crédito! (publicado originalmente el 21 de junio de 2015)
Acabo de hacer un trámite en el que venía pensando desde hace tiempo: pagué todo lo que estaba debiendo de mi tarjeta de crédito y voy a mandar una carta renuncia al banco para cerrarla.

No es fácil después de tener crédito por más de 10 años pero creo que recién ahora puedo darme ese gusto. Como cuando Cortés quemó sus naves para que no pudieran devolverse, este exorcismo crediticio me va a obligar a ordenar el manejo de mi plata de una vez por todas. Claro que el asunto tiene dos caras, por ejemplo las

Desventajas:
No podré hacer compras por Internet (en verdad nunca lo he hecho)
No podré retrasar los pagos corrientes (Internet, combustibles, teléfono, etc.)
No podré reservar pasajes aéreos online
No podré usar la tarjeta como garantía de otros créditos , arriendos, etc.
No más fondo de emergencias: ante una emergencia tendré que conseguir los billetitos contantes y sonantes
En suma no podré gastar la plata que no tenga disponible de inmediato

Ah! pero también tengo varias

Ventajas:
No más pago de intereses (mi saldo mensual siempre se arrastraba sobre los US$ 1000) ni comisiones
No más compras impulsivas (es increíble la diferencia psicológica entre pagar con billetes y pasar una tarjeta)
No más colas para pagar en el banco
¡No tendré que ver nunca más al mocoso encorbatado y puntudo que me trata como si fueramos amigos íntimos! (el «ejecutivo» de cuentas)
Ya nadie me volverá a decir «don Juan» que es mi primer nombre, el cual cordialmente detesto
En resumen nunca más tendré una deuda

En fin, es toda una aventura después de tantos años de vivir al lápiz, pero yo soy aventurero así es que estoy bien contento con el asunto.