«Sean humildes» un análisis engañoso


«La derrota del plebiscito tiene cosas en común con aquella del golpe de estado de 1973. Ambas son las más grandes derrotas sufridas por la izquierda chilena en su historia; y ambas, de las más grandes en la historia de la izquierda latinoamericana»

Así de suavecito parte el manifiesto de Oscar Guillermo Garretón, uno de los fundadores del MAPU, que fue subsecretario de economía en el gobierno de Salvador Allende

«Vivimos la pasión popular y la catástrofe de la UP. Conocí luego otros mundos apasionantes en mi largo exilio. También la clandestinidad y la cárcel. La vida me regaló el privilegio de ser parte de esos que nos atrevimos a pensar en qué nos habíamos equivocado para llegar a la monumental derrota de 1973»

Y hace un paralelo de los actuales «jóvenes idealistas» con su experiencia como parte de la Unidad Popular

«Tienen un abismo cultural que los separa inexorablemente de la mayoría de los chilenos y hace inevitable su fracaso, más temprano que tarde, salvo que emprendan la dolorosa travesía de rectificar. Se trata de algo más que posibles errores de campaña. El problema es su identidad, aquella de su Chile imaginario, que trataron de imponer a rajatabla en la Convención; y es su incapacidad de dar respuesta a las prioridades reales e identidad verdadera de los chilenos»

Hasta aquí todo muy bien, en realidad la mayoría de lo que dice Garretón son cosas obvias que -los que somos de derecha- lo hemos estado repitiendo desde hace mucho tiempo, pero el hecho que lo escriba alguien que fue subsecretario y diputado de un partido de ultra izquierda durante la Unidad Popular le da una connotación especial, suficiente para dejar con los ojos en blanco a muchas personas de derecha, que han saltado alborozados a aclamar el manifiesto.

Pero la cosa no termina allí, porque este mea culpa desde la izquierda viene con letra chica, partiendo con estas fuertes declaraciones:

«La izquierda latinoamericana tiene dos experiencias exitosas en los últimos decenios. Ricardo Lagos en Chile y Fernando Henrique Cardoso en Brasil. Pero hay algo extraño en la psicología de mucha izquierda, quizás motivada por el trauma de este cúmulo de fracasos: lo exitoso suele ser visto con sospecha. No pueden ser de izquierda, dicen. El éxito les suena como señal de inconsecuencia, de comportamiento indebido. Lo que prima en ella, ante la escasez de éxitos, es rendir culto a sus desgracias»

¡Milagro que no nombró a Lula da Silva como «experiencia exitosa de la izquierda latinoamericana»! Porque resulta que Ricardo Lagos trajo la corrupción a Chile, una corrupción masiva e institucional. En cualquier país decente -y tambien en varios no tan decentes- Lagos habría terminado en la cárcel, ese era el destino natural de un «estadista» como él.

No es que durante Aylwin y Frei no haya existido corrupción. En todas partes estamos condenados a pequeñas y medianas corruptelas del poder, el problema es otro: la corrupción institucionalizada desde el gobierno. El poder corrupto de Girardi se construyó a partir de Ricardo Lagos, el saqueo y abusos de las empresas españolas de ex-PSOE, que sufrimos hasta hoy, fueron instaladas por Lagos. Alguna vez el chicho Allende dijo «en mi gobierno podremos meter las patas, pero jamás las manos» y así fue excepto por jugarretas limitadas, pero el gobierno de Lagos metió las patas y las manos, hasta los codos. ¿O ya se les olvidó Transantiago y el MOP-GATE?

En el año 2000, cuando llegaron los socialistas al poder tuvimos la peor desgracia imaginable, porque desde entonces y hasta ahora ha ocurrido una escalada de corrupción y descaro que nunca conocimos en toda nuestra historia. Desde entonces comenzamos a perder lo más valioso que teníamos: la reputación de tener instituciones honestas y, aunque quedan todavía algunos bastiones, todos los gobiernos, el parlamento, el Poder Judicial, el Ministerio Público han llegado a niveles de corrupción que jamás imaginamos que iban a existir en Chile.¿Qué diablos nos pasó?

Y ese enemigo es mucho más peligroso que los arbolitos ñuñoinos, que no dan pie en bola, una tropa de mocosos ignorantes, incapaces y subidos al pony. Los grandes problemas, los peores y más inmensos problemas que tiene Chile hoy no vienen de «el marxismo lininismo», como delira la mayoría de mis facho correligionarios. Lo peor de lo peor de nuestros actuales problemas lo han generado los socialdemócratas, esos que hoy dicen

«¿Qué lo hecho en la democracia post dictadura fue insuficiente? ¿Qué cometimos errores? Obvio, siempre es así en la obra humana. Pero allí está su obra gigantesca en cualquier comparación con el Chile de antes o después de esos primeros 20 años de la democracia reconquistada»

En esos veinte años de la democracia reconquistada, amigos, se creo la Reforma Procesal Penal; un grupúsculo intelectualoide de la FES (Friedrich-Ebert-Stiftung) y otros igual más siniestros compraron al país, o más bien dicho a los políticos, diseñando e imponiendo leyes a medida de sus intereses, destruyéndonos como país soberano. Los alemanes han hecho mucho mal al mundo, pero ni siquiera Hitler nos hizo tanto daño como los jesuitas y social demócratas que llegaron a corromper nuestra política a partir de 1990.

Yo no le compro nada del cuento al señor Garretón, que se lleve su poesía a otra parte porque está -de nuevo- hipnotizando y anestesiando a nuestra derechita estúpida. Razón tenía don Diego Portales cuando reclamaba contra los cojudos y las putas, él si que la tenía clarita..

No son los mequetrefes de Ñuñoa los peligrosos, el verdadero peligro viene de esa «centroizquierda» y en general de la mayoría de los partidos políticos -las instituciones más desprestigiadas del país desde hace décadas- que hoy están frenéticos haciendo reuniones para dar vuelta los resultados del último plebiscito.