Corto plazo y largo plazo


Entremés: una historieta de los ochentas
En los años 80 del siglo pasado, vendí unos computadores y un programa a un empresario local que se había enriquecido en muy pocos años con el boom de la electrónica de consumo. Cuando se cerró la venta me dijo algo así como «mire tomasito, desde que yo era vendedor ambulante siempre he llevado una libretita con el detalle de lo que vendo de lo que gano, lo que debo y lo que gasto, pero ahora se me fue de las manos, yo estoy seguro que esto se puede hacer con un computador»

Y me mandó a hablar con el gerente de finanzas, que era contador de primera y así empezamos a diseñar el mejor código que escribí en mi vida. Otra cosa que me dijo fue «le voy a pagar por el programa y tendrá unas luquitas todos los meses, aunque no haga nada ni venga al negocio. De verdad prefiero que no venga nunca, pero si tenemos problemas, a la hora que sea y el día que sea, tiene que estar acá de inmediato y arreglarlo, el asunto no puede parar ni un día».

Yo cobraba 800 dólares en esos años por un inventario, más el 5% de comisión por los 5000 dólares de la venta de equipos, sumados a un modesto sueldo por no hacer nada, pagaderos desde que el programa entrara en producción, me parecieron un trato excelente. Debo haber estado unos 6 meses trabajando como chino más otro buen tiempo probando y arreglando problemas, pero al segundo año el asunto andaba como maquinita de coser y pasé como 7 años más en que iba solo a buscar mi cheque y muy de vez en cuando a hacer algún ajuste menor.

¿Que tenía de especial ese programa? No era un simple inventario como los otros que hacía, porque cada fin de mes entregaba una radiografía completa de la situación financiera: compras, ventas, inventarios, deudas, inversiones, saldos bancarios, gastos fijos y variables y otras cuentas que mejor no menciono. La empresa tenía 7 locales de venta pero fue creciendo para incorporar otras inversiones de distinta clase. El programa era la versión moderna de «la libretita». Nunca he conocido a otro empresario que lleve un control así de sus finanzas. Con el tiempo los alemanes inventaron el SAP, yo me adelanté varios años.

Este caballero no tenía educación formal y había contratado a los mejores profesores de la Facultad de Administración y Economía de la universidad local. Los escuchaba a todos muy atentamente pero pocas veces siguió los consejos, siempre era él quien decidía como cortar el queque. Hasta hoy lo diviso a veces, feliz de la vida, ya no tiene ni la sombra de la fortuna que tuvo en sus buenos tiempos, después de enormes pérdidas y de ganar mucha plata, supongo que ya tiene su vida asegurada, está retirado y solo hace negocios para entretenerse.

Lo interesante de esta historia es que cada vez que una decisión salía mal, el decía «bah, no se preocupen, porque perder por ganar no es perder». Es decir que las pérdidas las tomaba como cosas normales, si perdía tratando de ganar, no tenía de qué preocuparse. Eso es pensar a largo plazo, la verdadera estratégia no es hacer planes y tratar que las cosas resulten como queremos, eso es táctico, para ganar hay que arriesgarse y aceptar la idea que a veces vamos a perder.
Fin del entremés

Plato de fondo: la política en Chile hoy
Me acordé de «el loco» -como le decíamos de cariño a sus espaldas- pensando en los resultados del plebiscito y la situación política. Gran parte de la gente común ve las cosas que pasan como si se tratara de un partido de fútbol, donde lo único importante es ganar este partido, meter más goles y, ya veremos más adelante. Ese es un error que lleva a resultados desastrosos, en política más que en ninguna otra cosa.

Yo -que jamás pensé en meterme a un partido político- me anoté en el Partido Republicano apenas se abrieron las inscripciones. Los que han seguido este Templo del Ocio durante algún tiempo saben que desde entonces he dedicado ríos de tinta virtual para hablar acerca de José Antonio Kast y los Republicanos.  El año 2017, cuando Kast postuló a presidente y no pasó a segunda vuelta, muchos se desanimaron. En la campaña de 2021, cuando ganó en la primera vuelta y quedó fuera en segunda igual muchos se desalentaron.

Para qué hablar después del plebiscito de entrada, en 2020, cuando la idea de abolir la Constitución de 1980 ganó por 78% contra 22% y en la elección de la asamblea constituyente, donde los loquitos de la Lista del Pueblo, Frente Amplio y otros, arrasaron por amplia mayoría.

La opinión generalizada de mis amigos era que Chile estaba perdido y que íbamos derecho a convertirnos en una segunda Venezuela o Cuba. Nada de eso: perder por ganar no es perder y si hubiesen sido capaces de ver lo que estaba pasando a largo plazo, se habrían dado cuenta hacia donde iban las cosas.

Lo mismo que los que piensan que Kast y su partido solo saben perder elecciones. Si vemos los números, el Partido Republicano ha sido el más exitoso desde 1988, en la primera elección que enfrentaron, a solo 2 años de su fundación, obtuvieron 13 diputados y 1 senador, la mayoría figuras nuevas de la política. José Antonio Kast, en primera vuelta de 2017 obtuvo 523.213 votos, en 2021 obtuvo 1.961.122 en primera vuelta y  3.650.088 en segunda.

La gente común solo se fija en los resultados finales y en lo que pasará mañana o en un rato más, son incapaces de analizar, proyectar y ver más allá de sus marices y eso se refleja en los desastrosos vaivenes electorales que tenmos cuando son manejados por alguna vanguardia oportunista.

Ahora mismo, todos los análisis que se hacen son de corto plazo. Todos están metidos de cabeza en el tema de la constitución, cuando la famosa constitución no tiene la menor importancia, porque la vienen violando de manera sistemática desde hace décadas. Muhcos fallos del Poder Judicial, iniciativas de ley incompetentes del Poder Legislativo, ¡hasta la reforma para llamar a plebiscito constituyente! Todo eso ha sido abiertamente constitucional, lo que muestra que una constitución no protege ni garantiza nada.

Con un poco de visión de largo plazo, nos podríamos dar cuenta que en la actualidad, todo el poder en Chile se concentra en las cámaras de diputados y senadores. Si la gente que vota tan ligeramente por fulano o zutano porque le cae bien o porque le ofrecieron algo a cambio del voto se dieran cuenta de esta realidad, muchos lo pensarían dos y tres veces antes de votar por algunos payasos ya conocidos. Somos un parlamentarismo de facto.

Pero tenemos un parlamentarismo tóxico, desviado, con mucho poder en los parlamentarios y sin la posibilidad de sacar gobiernos y mucho menos a los propios parlamentarios.

Ellos tienen el poder total y ninguna responsabilidad. Por eso cuando perdió Kast en 2022 yo estaba contento y escribí que el resultado había sido excelente, porque los 14 parlamentarios obtenidos daban un poder mucho más real que una eventual presidencia de un país en picada, como fue lo que entregó Sebastian Piñera.

Si el Partido Republicano pretende seguir teniendo éxito -cosa en que yo creo vamos muy bien- debería estarse preparando desde ahora para las elecciones municipales y parlamentarias que vienen en pocos años más. Ningún otro partido político tiene posibilidades de beneficiarse con lo que ha pasado en el plebiscito de salida… bueno, casi ninguno, el que tiene grandes posibilidades (y detesto decirlo) es Franco Parisi y su Partido de la gente

Perder por ganar no es perder, sabias palabras.